Nuestros pensamientos, ideas, imaginaciones, intuiciones, fantasías van adquiriendo forma y ropaje cuando los reconocemos y buscamos transmitirlos a través la palabra.
Cuando las palabras reposan en las hojas de un libro, bien pudieran esperar ansiosas por quien les dará vida.

Las palabras tienen poder.
Las palabras sólo pueden ser eso: palabras, pero, si son aliñadas con el sentido, la actitud corporal, carga, cadencia, volumen, tono de voz, que le dan vida, entonces sufren una transformación, un cambio, están vivas y tienen poder.

Las palabras construyen y destruyen.
Cuando asumimos la responsabilidad por lo que decimos: “yo”, cuando hay correspondencia entre lo que se siente y dice, la palabra puede lograr unir a los seres humanos.

Más adelante iré profundizando sobre otros aspectos íntimamente relacionados con la palabra, como la comunicación.



Y comparto este video: "La casa de las palabras"
(de:Jesús Encinar)



Original image: 'Bedtime Prayers' www.flickr.com/photos/85966598@N00/297048722 by: Patrick

Ejecutar aquello que más valoramos. Lo que más valoramos es aquello que consideramos digno de ponerle todas nuestras energías y tiempo, es lo que nos parece importante, bueno, valioso.

Desde que nacemos entramos en un proceso de formación, de aprendizaje, nuestros padres se ocupan de moldearnos de acuerdo a una serie de mensajes, normas, acerca de lo que es y no es correcto, luego el sistema educativo hace otro tanto y la vida misma en la medida que crecemos nos va enseñando.

Y así podemos ir aprendiendo por imitación, por ensayo y error, en forma espontánea que es a lo que se le llama el aprendizaje incidental o el aprendizaje en forma intencional con un motivo por un interés.

De esta manera el conocimiento es un valor.

Los valores varían de acuerdo a la formación que haya tenido cada quien, de lo que se le haya dicho respecto a lo que está bien o lo que está mal en la conducta humana. Son una elección individual, forman parte de la personalidad, se van aprendiendo en el proceso de socialización.

Los valores quedan enraizados en lo más profundo de nuestra personalidad y pueden llegar a cambiar sólo si se producen alteraciones en nuestros sentimientos en nuestras emociones.

Investigaciones realizadas por Piaget, y Kohlberg, se refieren a la etapa de cuando el niño pasa de la heteretomía a la autonomía, es decir la manera como el control ejercido por parte de los otros es reemplazado por el autocontrol, una cosa es cuando dices la verdad por temor a ser descubierto y otra diferente es cuando la dices porque tienes la firme convicción de qué es lo que corresponde hacer.

Saber qué es lo que corresponde hacer a pesar de las presiones, ideologías en un determinado momento puede depender de cuáles son nuestras convicciones, valores y qué tan arraigados los tenemos de acuerdo a cómo nos hayan formado.



Podemos serlo:

Conociendo nuestros defectos más acentuados y nuestras virtudes. Limando nuestras asperezas más cortantes y conservando y reforzando nuestras virtudes.

Puede ayudar:

Percatarse de cuáles son las debilidades, reconocerlas, aceptarlas, es un primer paso, para luego encararlas y poder cambiar lo que más molesta.

Las virtudes dan brillo a la personalidad, son nuestras fortalezas. Son la fuerza interior que permite tomar decisiones acertadas, correctas, y doblegar la adversidad hasta ponerla a nuestro favor. Las virtudes nos traen satisfacciones en el quehacer cotidiano consigo mismo y en la interacción con el otro.

La intención de esculpir la personalidad demanda de si mismo capacidad de darse cuenta, de dirigir la mirada a nuestro interior y a la experiencia externa, demanda hacer una evaluación objetiva de lo que no nos gusta de nosotros mismos, el primer paso es reconocernos con nuestros defectos.



"Cuando llegues a la cumbre de una montaña,
sigue subiendo"

Expresiòn Zen


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