Hay una vieja historia de un fabricante de calderas que fue contratado para arreglar un enorme sistema de calderas de un buque a vapor que estaba funcionando mal. Luego de escuchar de boca del ingeniero la descripción de los problemas y hacer unas pocas preguntas, se dirigió a la caldera. Durante algunos minutos observó todas las cañerías enroscadas, escuchó su golpeteo y el silbido del vapor que se escapaba y palpó algunas cañerías con su mano.Luego, mientras tarareaba una canción, introdujo la mano en el bolsillo y sacó un pequeño martillo, con el cual golpeó una válvula una vez. Inmediatamente el sistema entero empezó a trabajar perfectamente y el calderero se fue a su casa. Cuando el dueño del barco recibió una factura por mil dólares se quejó ante el calderero de que había estado en la sala de máquinas únicamente unos 15 minutos y le pidió entonces que le diera una factura detallada. Esto es lo que el calderero le envió:

Por golpear con el martillo.......... US$ 0.50

Por saber dónde golpear............. US$ 999.50

TOTAL .........................................US$ 1.000,00



Original image: 'sea kiss'
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by: zen Sutherland

El feedback, permite vernos a nosotros mismos tal como nos ven los demás.

Es una forma de comunicación a través de la cual una persona da o recibe informaciones sobre su persona.

Es una forma efectiva de apoyar y estimular modos de comportamientos positivos, o corregir comportamientos que no favorecen el crecimiento personal, aclara las relaciones interpersonales y ayuda a comprender mejor al otro.

En nuestra interacción con las personas comunicamos información de todo tipo incluyendo aquella de las que no estamos conscientes, pero que son captadas por las otras personas. Reflejamos nuestra forma de hablar, la manera de ser, el estilo al relacionarnos con los demás, etcétera.

A través del feedback las personas tienen la oportunidad de obtener esa información, sin embargo para que el feedback sea efectivo, se requiere de algunas condiciones o reglas importantes, y son las siguientes:

Útil: Debe ir dirigido a un comportamiento susceptible de ser modificado, la persona debe reconocer cuál es el comportamiento a corregir, un ejemplo: “Eres un despistado”, es un feedback inútil que no beneficia la comunicación, no deja una referencia para ver con claridad el comportamiento inadecuado, en cambio, si decimos: Tienes la costumbre de desviar tú atención cuando converso contigo, miras a otro lado, cambias de tema cuando espero de ti una respuesta y esto me resulta desagradable. El mensaje de esta manera permite recibir información concreta que puede ser examinada por la persona.

Descriptivo: Es decir, sin valoraciones o reprobaciones de ningún tipo. El tono de censura crea una reacción defensiva.

Concreto: Debe ser específico, en vez de general, ya que el contenido del mensaje sería difuso, o abstracto.

Oportuno: Saber cuándo ofrecerlo, es decir, buscar el mejor momento para darlo, saber si se da en grupo o en privado. Suele ser más efectivo si se da inmediatamente después de haber ocurrido el hecho o la conducta. Sin embargo, si la persona no está en condiciones emotivas para entablar una conversación serena, centrada, es preferible, esperar calmarse para que el feedback resulte beneficioso.

Solicitado: ¿Cuántas veces hemos pedido un feedback? Es mucho más útil y efectivo pedirlo.

Objetivo: Debe ser claro y directo, sin evasivas, ni rodeos

Comprobado: Tanto emisor como receptor pueden confirmar con el grupo la observación transmitida, esto garantiza una buena comunicación.

Las reglas para el feedback están dirigidas tanto a quien lo aplica como al que lo recibe, y es más completo si las personas expresan sus sentimientos y son congruentes, por lo que también es importante que hagan contacto visual, y haya correspondencia entre el contenido verbal, expresión facial, corporal, tono de voz, es importante que la persona que recibe el feedback, escuche sin argumentar, ni defenderse, también puede comprobar el feedback con otras personas para saber si han observado el mismo comportamiento. De esta manera se logra una comunicación abierta, franca, sincera.



Tomemos unos minutos de relajación con Kitaro



Original image: 'Universal Traveller'
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by: Toni Lozano

Desde los primeros contactos del niño con la familia, este comienza a aprender una serie de reglas y mensajes impartidos por las personas significativas para él que intervienen en el proceso de crecimiento de su personalidad, Virginia Satir (terapeuta de familias) señala que cada niño viene al mundo sin un autoconcepto (idea o creencia que una persona tiene de sí mismo en función de los roles y status que posee y/o le asignaron. Es el conocimiento de qué y cómo se es) porque carece de la experiencia necesaria con respecto a la interacción con los demás, y no sabe tratar a los demás. Todo lo va aprendiendo de las personas que lo tienen a su cargo. Después de los cinco años, el niño tiene más experiencias en compartir comunicación, es cuando se desarrollan ideas respecto a su auto imagen.

Lo aprendido proviene de ese compartir comunicación, de las interacciones que se producen en la relación con las personas significativas de la infancia, a partir de ahí se comienzan a construir los primeros mapas internos que perfilaran las ideas y las creencias sobre sí mismo.

Pero, las creencias no solo tienen que ver con nuestra identidad, en la medida que vamos creciendo vamos formando otro tipo de creencias: sobre la causa, por ejemplo: ¿cuál es la causa de que los hombres me dejen?, ¿cual es la causa de que no adelgace? , cuando se trata de explorar creencias de causa la primera respuesta se inicia con un “porque”, la respuesta de causa a la primera pregunta pudiera ser: Porque todos los hombres son unos aprovechadores, o porque son agresivos, creencias estas que no permiten mantener una relación sentimental estable con ningún hombre ya que lo que se espera de él es que se aproveche o la agredan. En este caso se procura buscar siempre este mismo tipo de hombres para confirmar que se tiene la razón. Otras creencias son: de significado, de los límites del mundo que nos rodea, de nuestra propia conducta, de nuestras aptitudes.

¿Qué son las creencias? Son generalizaciones mantenidas bajo una firme convicción, son una fuerza muy poderosa en nuestra conducta, al punto de que si alguien piensa que puede hacer algo lo hará, y si cree que no puede hacerlo, ninguna esfuerzo por más grande que este sea podrá convencerlo de que lo logrará.

Lo interesante, es que en muchas ocasiones las personas continúan utilizando viejas creencias de la infancia, sin tomar en cuenta que estas ya no pueden encajar en todas las situaciones de la experiencia presente. Es por esto que las creencias son filtros que en algunos casos pudieran limitar la experiencia.

Hay creencias que sirven como recursos y otras que nos limitan.

Las primeras sirven de ayuda, potencian la confianza en sí mismo y las capacidades, las segundas restan energía e inhabilitan para afrontar diferentes situaciones, tal como la del ejemplo anterior.

Muchas personas llegan a pensar que sus creencias son universalmente ciertas y esperan que los demás las compartan. Las creencias son algo exclusivamente personal, son las guías de nuestra conducta, son los mapas internos que empleamos para dar sentido al mundo. Y es por esto que se dice que “el mapa no es el territorio”